viernes, noviembre 03, 2006

Sueños Húmedos

Era mi tercer turno nocturno y mi reloj biológico de nuevo cambió. Ese día intenté irme a acostar tempranito a las siete, pero me acordé de los ínutiles trámites burocráticos que debía realizar para ser una persona de elite. Entre sube y baja del metro, finalmente llegué a las 10 al departamento. Para terminar mi día, cerrar los ojitos y dormir hasta que me dieran calambres, primero dejé lavando ropa que tenía acumulada de la semana. Encendí la lavadora y me acosté.
Ring!, ring! RRRIIIIINNNGGGG!!!!!.
-Añmlo...?
-¿Giannina?, ¿estás durmiendo?
-Mmmño...
-Soy la Caro. Oye me llamó Gonzalo que está en el departamento sacando sus cosas y dice que está inundado.

De un salto me levanto de la cama y mis calientitos pies sienten la helada y mojada realidad. El departamento todo alfombradito estaba convertido en una piscina.

-¿Quuueeeeé?. Chuuuuuu
-Gianny, está todo bien?

La voz preocupada y alarmante de mi compañera de casa me quitó el poco sueño que quedaba.

-Siiií. todo esta súper bien. Es sólo un poco de agua que hay en la cocina. Deja Carito, yo lo arreglo....

Cuij, cuij, cuij, chaputeaban mis pies.

-¿De verdad no quieres que vaya?

Carolina tenía el cumpleaños número 80 de su abuelita. Lo estaba preparando con semanas de anticipación. No podía dejar ni siquiera que viera el departametno así.

-Caro no te preocupes. Es todo solucionable. Saludos a tu Lala, besos.

Colgué.

Cuij-cuij-cuij. Kilos y kilos de diario, desparramados absorbiendo sin intención de ayudar el desastre.

-Angelito, sé que te di vacaciones, pero por favor ayúdame a arreglar esta wea!

Ese era el problema, ya tenía los papeles manchados. Hace cinco años atrás, estando en mi primer año de universidad había ocurrido el primer indicio de que soy un peligro. Flash back. Mi compañera de departamento (que coincidentemente también se llamaba Carolina) y yo entrando al edificio a las 4 de la mañana con un carro de bomberos estacionado al frente de la cuadra y nosotras siguiendo la manguera.
El bombero nos esperaba en la entrada.

-Nada se salvó- dijo lacónico.

Nooo, esta vez no podía pasar lo mismo. Angelito ven aquí ahora mismo!
Avanzaba la hora, se acababan los diarios y mi secador personal de 2 lucas no secaba ni el miedo.
Plan B. No me quedaba otra. Páginas Amarillas.
5 Horas más tarde, entregando las 30 lucas más dolorosas de mi vida, el departamento fue salvado.