jueves, mayo 31, 2007

Quedó sin razón



“No somos aves para vivir en el aire,

No somos peces para vivir en el mar,

Somos hombre para vivir en la tierra”

Bernardino Díaz Ochoa, Líder Campesino

María Clara sólo supo que lo mataron. El cuerpo de Catarino Maravillas fue agujereado en el bar Las Tablas Rotas, lugar condenado por beodos principiantes y retirados de Veracruz que buscaban indulgencias a sus delitos. La novedad recorrió toda la calle Cortés para luego atravesar Quevedo y llegar al hostal Mesón del Mar, cerca de las gaviotas que siempre miraban con desconfianza. Era una casona de tres plantas e interminables pasillos que cumplía ya una década de amores desventurados y de silencios consumados por las paredes. María Clara, decidió abrir ese lupanar para los amores gringos y dejar que en las habitaciones reinara más el deseo que el sentido común.

El cotilleo de la muerte producida en Las Tablas Rotas gritó cuando el sol ya se hundía en los cerros y los pocos huéspedes ajustaban sus ropas para luego oír la desgracia y la ventura de quienes desearan contarla.

¡Ha muerto Catarino Maravillas! —anunció el niño con voz de última noticia para el diario local —. Lo mató Heraclio Bernal.

María Clara escuchó los gritos mientras recorría los cochambrosos pasadizos envueltos de olores y muertes sentimentales. Su mirada entrenada de lucidez y desafecto se desfiguró por las palabras anunciadas. Su cuerpo intacto por los años se detuvo en seco cuando el apellido del hombre tantas veces proclamado en sus labios fue anunciado por el chamaco. Alcanzó al muchacho cuando su voz ya se escuchaba en la otra calle para seguir anunciando las balas puestas por el gatillo de Heraclio.

— ¡Niño, niño! — gritaba y jadeaba la mujer.

Logró atrapar su delgado brazo sin dejar de revelar el desconsuelo. La angustia de su voz demarcaba la importancia de saber, de escuchar lo que no era real. Pensó en todas esas lunas en que limpiaba sus armas, en que trataba de convencerlo para que no continuara alentando a sus enemigos, pero el hombre ya tenía su tumba comprada y los ojos del niño no mentían, su honesto rostro le revelaba la tragedia.

— Catarino todavía está en Las Tablas Rotas.

No necesitó más. María Clara corrió hacia la calle Cortés sin importarle el Mesón del Mar y se valió de la esperanza guardada por años para lograr traspasar la puerta de la cantina que todavía atendía.

El bar no estaba lleno, pero la sola llegada de la mujer logró voltear las cinco cabezas que gastaban el lugar, incluida la del gordo guitarrero sentado en la otra esquina que nunca dejó de tocar el triste corrido, anticipándose al infortunio. María Clara no miró a nadie, caminó con firmeza los cinco pasos para llegar al cuerpo inerte sentado frente a la barra, apoyando su cabeza al lado de la botella vacía de tequila. Notó que dos forados le maldijeron el cuerpo. Uno atravesaba su espalda y el segundo se refugió en su cabeza, fue ese último tiro, seco y cercano, el que sólo provocó un hilo de sangre en su frente. Sus dedos se atrevieron a tocar el líquido frío mientras un trago de saliva amargo pasaba su garganta.

— Tú debes ser la María Clara Flores.

Esas palabras la sacaron del ensimismamiento y giró su cabeza sin salir de la posición en que se encontraba. El hombre que la llamaba estaba sentado a su lado, vestía completamente de negro y a su costado aguardaba un sombrero roído por el tiempo. Comía un pedazo de chorizo que acompañaba por una botella de tequila, la misma dieta de Catarino, pensó.

Y tú debes ser Heraclio Bernal — pronunció las palabras con lentitud, con odio.

El cantinero retrocedió hasta la esquina cercana a la salida mientras agarraba una botella de mezcal esperando el ataque vehemente. Heraclio no se inmutó por la creciente tensión y sólo se digno a apartar el plato que tenía delante. Tomó el sombrero para dejarlo caer en su cabeza con prestancia ya entrenada para luego beber el último sorbo de la botella de tequila y decir:

Él buscó las balas. Me enfrentó pensando que era un desconocido, y como un desconocido lo maté — sentenció.

El guitarrero seguía en lo suyo, esperando que la música templara la mirada de odio que se fijó en los ojos femeninos ya resignados, mientras se incorporaba del asiento para enfrentar al hombre que la dejó todavía más sola en el mundo. Tenía tanto que gritar, tanto que llorar, pero sólo se resignó a tomar el cuerpo de Catarino entre sus brazos para moverlo a su regazo mientras le decía a Heraclio.

— ¿Qué le dirás a Dios cuando sepa que has matado a mi milagro?

(veamos cuántos tiene paciencia para leerlo completo)

viernes, mayo 25, 2007

No lo soy


Es extraño lo que contaré, pero quizás es necesario para no dejar malas interpretaciones.
Siempre he sido una mujer cercana al sexo masculino y me he relacionado con ellos sin mayor trauma. Inclusive mis mejores amigos siempre fueron compañeros de curso, de carrera... y de vida.
Pero lo que sucedió este fin de semana me deja sin comentarios.

Les contaré.

Como buena amiga, decidí invitar a la Vero a pasar unos días en la playa, aprovechando el feriado y que mi familia estaría.
Ella llegó un sábado después de almuerzo. Y beneficiándonos de la hora nos tomamos unas cervezas junto a mi madre y a mi Nona. Mientras conversamos de la vida, de la carrera y de los hombres, mi padre leía el diario concentrado y tratando de no opinar de nuestros veredictos... cosa rara.
Luego llegó la cena. Mi madre preparó unos erizos que con el tiempo tuvo que aprender a prepararlos y comerlos, y mi padre seguía silencioso.
Yo no podía obviar esta situación y al momento en que él fue a su dormitorio solo yo lo seguí para interrogarlo para saber qué era lo que le sucedía.
Cuando entré a la pieza, él ya estaba concentrado y leyendo. No me importó. Yo quería saber que diantres le pasaba.
- Papá. ¿puedo hablar contigo?
Él bajó el periódico y me miró
-¿Qué sucede?-
-Eso quiero saber - mi voz comenzó a notarse insegura- ¿Por qué si siempre has sido sociable... por qué ahora no has comentado nada de política, de la vida.

-Hija... ¿eres lesbiana?.
Si un paparazzi estuviera vigilando mi ventana ese instante, mi fotografía valdría más que las ocultas de la Cecilia Bolocco. Mi cara se desfiguró y salió una risa neviosa.
-Nooo, ¿porqué piensas eso?
-Porque me has enviado mensajes que dicen eso: No quieres nada con los hombres, te consideras la más masculinas de tus hermanas y ahora traes a una mujer; cosa que no habías hecho antes.
"Chita la payasá", fue lo primero que pensé.
No sé cómo complacer su pensamiento. Primero me recrimina por ser "polola" y luego le resalta la duda por tener amigas.
Bueno, para lo que les importa, yo no soy lesbiana. Jamás lo seré. Mi interés en este minuto va por mí, y eso no tiene sexo. A lo mejor eso lo tiene confundido.

miércoles, mayo 09, 2007

Por favor, dame una pausa


Hoy hablaré contigo.

Hace días que te he dejado notas en el cuaderno y frases en las noches antes de dormir ¡para que me escuches de una vez por todas!

Puede que estés muy ocupado, pero por favor sólo quiero decirte una cosa “No me mandes más pruebas”

Y es que a diferencia tuya, yo sí he captado todos tus recados y he tratado de solucionar cada uno de los enigmas que me designas. Incluso aún intento solucionar el último sufrimiento que dejaste en enero. Es por eso que te pido un receso, una pausa en tu juego universal para seguir planificando mis meses, mis años y mi vejez.

Ya te imagino allá, sentado junto a mi ángel diciendo: “A ella le gustan los retos ¿qué te parece si le enviamos un desafío mayor?” Pero la verdad es que ya no quiero que me provoques más, pues sólo me produce una lejanía a tu ser.

¿Te parece que mejor nos demos tregua? Yo descifro tus acertijos y tú me dejas planificar mis próximos 25 años. Te prometo que te actualizo mensualmente, que seguiré pensando en la bondad de las personas y por sobre todo que seguiré creyendo en ti.

martes, mayo 01, 2007

Quiero inspiración eterna!



Querer escribir es tener la misma lógica que aprender cualquier deporte: debes unirte y entrenar con los mejores para destacarte.

Cuando intentas relatar sobre vivencias, necesitas de un mentor, de un guía que te enseñe las puertas. Pero, ¿qué pasa cuando no conoces a nadie que te eduque en el mundo de las letras? Es tan común la frustración, el sentirse inútil frente a una hoja en blanco y percatarse de que no llega la agudeza poética para dejar una historia fascinante al mundo.

Es ahí cuando salgo de casa, camino y busco la inspiración. Me reúno con amigos e intento recordar las frases memorables para luego traspasarlas al papel. El problema es que siempre son mejores las vivencias que el relato. La anécdota es continuamente una experiencia memorable y cuando intento dejar un bosquejo en el papel, las letras me traicionan.

No puedo borrar esa imagen de la Giannina sentada frente al PC, tomando su cabeza con las manos intentando explicar la falta de talento frente al diseño literario. Pero es ahí cuando recuerdo el número de Tito Matamala y lo rapto por unas horas.