lunes, noviembre 03, 2008

MUERTE SÚBITA


R: Siempre me gustaron tus besos. Son tan suaves. Pausados.

G: Besar es uno de los pocos momentos en que me tomo su tiempo. Imagínate, ¡partir mal! Detesto esos besos apurados, fútiles, con poca o excesiva pasión.

R: Mmmm, ¿y qué pasa si no hay besos?

G: No hay comienzo, porque nunca partió la conexión.

R: Y eso te molesta...

G: No sé. Pero algo me pasa. Si sigues acá te cuento.

R: ¿Y adónde me voy a ir?

G: Siempre te vas.

R: Ah!, pero regreso… y es porque tienes esa energía que me atrae. Llegas. Produces un huracán. Remeces mi mundo. Y cuando dejo todo para partir de cero contigo, para quedarme, llega ese instante... ese momento silencioso que viene acompañado por tu mirada.

G: No es mi mirada, es la máscara de mi miedo. Sé que no estarás mañana.

R: Insistes con eso, G. Si al final lo que queda es esto, tú besándome y yo esperándote. No tenemos otra ecuación para resolver esta relación.

G: ¡Busquemos a un matemático entonces! Me gusta estar aquí. Contigo siento que no me desintegro. Ya no habrá miradas. Esta vez llego con las maletas, saco mi ropa y luego tiro los bolsos por el balcón. Prometo quedarme.

R: ¿Y por qué esta vez será diferente?

G: Porque no eres un mal tipo. Las pinzas con las que elijo siempre, se rompieron.