martes, septiembre 26, 2006

Ya no es el polen


La llegada de la tercera estación siempre decorada con flores y con un leve toque de aromo me refresca sólo la memoria. Me recuerda la falta de sudor en mi colchón y la necesidad impertinente de llamarlo.
Marcan las doce del 21 de septiembre y las calamidades llaman constantemente a Antonio Varas. Es el inicio de un período poco grato. Si ven a una mujer con sarpullidos en sus brazos o en el pecho, no caigan en el error de pensar que es alergia a la primavera. El nerviosismo manifestado con rojizas marcas es la falta de la caricia tierna, preocupada y amable de otro cuerpo.
Largas sesiones de expresión emocional con mis amigas, e incluidas tres botellas de tinto, llegamos a la siguiente conclusión: cuando una mujer tiene manifestaciones cutáneas extrañas, no es más que la revelación de que no pasa nada de nada... ni con el pololo, ni con un amigo, ni con un ex. Ya se acabaron los dolores de cabeza y las reticencias mensuales. Nos ha llegado nuestra letra escarlata.

miércoles, septiembre 20, 2006

Prefiero diablo conocido que diablo por conocer


Ya te titulaste y recibes el diploma de las oportunidades. Sabes como redactar un currículum, como presentarte a una entrevista e incluso como vender tu imagen. Pero cada vez que vas a una cita de trabajo te fijas en el rostro del reclutador y comprendes que no quedarás, que el clásico “te llamamos” es un NO psicológico. ¿Qué pasó? La respuesta es tan clara que llega a ser absurda. No tienes un pituto.
Encontrar trabajo en nuestro país ya no pasa por un asunto de capacidades, sino que por una cuestión de contactos. El pituto es hoy día el único criterio que se considera para contratar a alguien. Tener un diploma no suele ser suficiente, por lo que es necesario recurrir a dispositivos de confianza tales como la opinión de conocidos.
Pero ¿por qué si en Chile la consigna de los últimos años es crecer con igualdad, se avala tanto el pituto? Porque la desconfianza interpersonal es altísima, y a la pillería se le considera inteligencia, mientras que la honradez una estupidez.
El éxito en el mundo actual ya no depende de nuestro potencial, si no que de la facultad que tengas para relacionarte, de construir buenas redes de contacto, o acaso ¿cómo piensan que estoy escribiendo aquí?

He vuelto!!