martes, diciembre 05, 2006

JUNTO A LOS TRENES

El domingo ya estaba cansado de no saber de ti. Me confesó dolido que era un sacrilegio desvanecerme por las calles de Victoria para no verte más en los desolados trenes.
Intenté explicarle que el sonido de tu silencio me llevó a disiparme entre las sombras. Lo siento mi amor, ya no podía quedarme entre los vetustos vagones sintiendo como lamías mis heridas de guerra por lograr que me quisieras.
Lo siento mi amor, enloquecía sintiendo tus manos en mi cuerpo delineando una curva imperfecta. Lo siento mi amor, me trastornaba mirando a tus labios recoger mi pena. Lo siento mi amor, tenía que acabar con la cacería, con tu batida a mi corazón.
Y lo logré. El tiempo se apiadó de mi dolor, y se alió junto a mi cordura para entregarme una paz embustera. El domingo acalló sus preguntas y decidió darme tregua, esperando ver mi sentencia.
Y ahora regresas, después de tantos océanos recorridos sólo para pronunciar con seguridad la frase más enloquecedora.
“Tú nunca fuiste mi presa. Fuiste mi salvación”


Giannina Parodi F.