miércoles, enero 10, 2007

Lecciones de trabajo



Llegué al trabajo puntual, esperando la absolución del turno que claramente no llegaría.
Otra vez la suerte se burlaba de mí. Al parecer alguien se enteró sobre mi poca fortuna e ideó un sorteo para decidir quién se inmolaba para el turno de medianoche. NOOOOO! se escuchó en mi corazón, y como un kamikaze, me tiraron para escoger el primer papel.
¡Zas! “Giannina Parodi” escrito con todas sus letras. Comenzaron los abrazos de condolencias (para mí) y desahogo (para ellos). Mi nombre fue gritado con alivio por el resto de mis compañeros para anunciar que trabajaría en año nuevo.
-¡Lo bueno es que partirás el año trabajando!- exclamaban con una sonrisa.
-Te prometo que traigo la champagne para celebrar como dios manda- anuncio otro.

Pero la verdad fue otra. El reloj marcaba las 23:59 y ni rastro de algún compañero. Pasaban los segundos y la soledad fue sustituida por la resignación. Ahora ya sé que existen tres axiomas en la vida de un “joven nuevo trabajador”: Sé que ganaré poco, sé que tendré las últimas vacaciones, y YA SÉ que alguna vez tienes que trabajar para Año Nuevo.