lunes, abril 23, 2007

Termina nuestra revolución



-Ya casi ni quedan letras nieta, las imágenes nos están dominando.

-Y acaso, ¿es posible vivir en un mundo sin libros?- pregunté

-¿Y es que ya no vivimos en él?

Jorge Luís Borges jamás se deslumbró en un mundo sin libros, pero nosotros ya estamos viviendo en él.

Y aunque lamentaré el día en que mi padre me enseñó a leer, porque me sacó de la dulce comodidad de la ignorancia, le agradezco porque me liberó de la catarsis escolar, de lo nimio y me atrajo a un lugar más privilegiado. Me enseñó a comunicarme, conocer el mundo, e incluso a inventar mis propias historias.

Pero ahora nos estamos acostumbrando a la comodidad, y llegará un momento en que ni se necesitará leer. Así como antes nos aprendíamos las tablas de multiplicar de memoria, ahora sólo sacamos la calculadora y dejamos de estresarnos. Hoy, el libro queda al desnudo como un instrumento de comunicación y archivo, memoria de pueblos y de individuos, fábrica de esos seres mitológicos que serán los escritores

El mundo puede existir sin libros, pero yo no quiero vivir en él.